miércoles, 12 de mayo de 2010

LIBERTAD DE MOVIMIENTO

ARTÍCULO DE EMMI PIKLER -libertad de movimiento-
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Colgado en la página de la Asociación Internacional Pikler (Lózy)
IMPORTANCIA DEL MOVIMIENTO EN EL DESARROLLO DE LA PERSONAIniciativa – CompetenciaDra. Emmi PIKLERPédiatra1979
Vas a leer una parte del artículo. Si quieres verlo completo pincha aquí.

Continuando mi exposición, quiero hablar de algunos aspectos de este último problema: cómo se estructura la competencia ya en los niños muy pequeños. Precisamente quisiera atraer la atención sobre algunas consideraciones de orden práctico, a primera vista de poca importancia, pero que, de hecho, son determinantes. Para el “sentido común”, y también para una gran parte de la literatura médica, el recién nacido es un ser pasivo e impotente; él no puede expresar si se siente bien; si algo le molesta, llora; si el recién nacido llora hay que calmarlo, si tiene hambre hay que darle de mamar. Se lo mece, se lo acaricia, se lo abraza ya que a él le gusta el contacto corporal. En lo que concierne a su desarrollo “la enseñanza” del recién nacido se ha vuelto cada vez más intensiva en estos últimos años: se dice que es necesario estimularlo, que es necesario enseñarle la mayor cantidad de cosas posibles en el menor lapso; apenas no se considera necesario programarlo como a una computadora… Se espera del recién nacido que se quede en una posición en la que se lo pone regularmente; que imite actos simples que se le muestran, que retenga palabras, etc. No se lo nutre sólo de palabras sino también de conocimientos. En general, son los adultos quienes deciden lo que debe saber en cierto momento el lactante; qué debe hacer y cómo. Se le enseña todo; se le hace hacer ayudándolo más o menos. Hay inclusive algunas tendencias que prescriben a las madres enseñarle a su bebé un programa determinado, riguroso, metódico… Durante este tiempo, los adultos están cada vez menos atentos a las iniciativas, a las señales del lactante. Estas señales e iniciativas se vuelven así cada vez más raras. El niño se habitúa a la imitación, a la repetición en casi todos los terrenos de la vida. Tal manera de actuar vuelve al niño absolutamente dependiente y pasivo. Ahora bien, se considera generalmente que esa dependencia y pasividad se corresponden a una disposición natural y no a una consecuencia… Sin embargo, esta actitud es una contradicción con los descubrimientos recientes sobre la vida psíquica de la protoinfancia.

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